Me temo que se ha convertido en lugar común la asociación de ideas que iguala “economía de Sevilla” a “sector público”, también incluso dentro de la propia provincia.
Esta afirmación -cuidadosamente malévola, para construir una imagen de la provincia como rémora o parásito de la economía andaluza y a lomos, por añadidura, del caballo de batalla que el mainstream conservador ha venido utilizando acerca de la responsabilidad del tamaño del sector y el gasto públicos en la actual crisis- tiene un efecto realmente perverso.

[Sacado a colación de la noticia en torno a los 12.000 empleos directos amparados por la Unión Europea mediante Identificación Geográfica Protegida (IGP) obtenida a finales de 2011, aquí].
Evidentemente, en Sevilla hay funcionarios, sí. Desde los romanos (cuestión que, por cierto, la capital de España no puede argüir).
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