Contó para ello con las facilidades de la hidra que alimentamos y que condujo finalmente a la debacle con la explosión de la burbuja inmobiliaria. Ese auxilio ni puede ni debe volver (al menos, con las mismas características o la misma intensidad), so pena de acarrear una nueva crisis: no genera valor añadido ni conforma desarrollo sostenible, como ha quedado sobradamente demostrado.
Así que me vuelvo a la depresión. A la personal.
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