Hoy me toca algo de mi otra pasión, las TIC. Y, en concreto, Google. Son muchas la posibilidades de uso
avanzado del buscador, que, en España, disfruta de una cuota de
mercado cuasimonopolística. Una de ellas es la de bucear en su
caché.
En Informática (en electrónica) una
memoria caché es una memoria extremadamente rápida que se implanta
en la propia CPU, distinta a la memoria central. Ésta (la que resulta más conocida para el usuario informático) se encuentra
destinada al almacenamiento de programas y datos y es mucho más
lenta. La caché, por contra, es enormemente más rápida, y se
encuentra a disposición del procesador para ayudarle a ejecutar
operaciones con muchísima velocidad. Almacena unos pocos datos
-leídos anteriormente de la memoria central- con la intención de,
en el caso probable de necesitarlos de nuevo, leerlos más
rápidamente en esta memoria caché que ir a buscarlos a la memoria
central. Es, de hecho, uno de los factores que más influye en el
rendimiento general de un sistema.
La caché de Google es un concepto
similar. Se trata del almacenamiento por Google de cuantas páginas
de la Red escanea, un trabajo que realizan sus robots de manera
incansable. Es decir, una copia de las páginas que visita. Como ejemplo, héte aquí la propia página que está usted leyendo en este momento tal y como la indexó Google el día 25 de agosto de 2013:
Efectivamente, lector:
Google almacena una réplica de Internet toda todita (dicho con mayor
propiedad, de la Internet visible) en sus propias máquinas, a
disposición de cualquier navegante. Ya se pueden imaginar las montañas de discos duros de los diecisiete data centers de Google repartidos por el mundo.
¿Y para qué hace éso? Precisamente
para soportar su función primigenia de buscador. Cuando usted
busca en Internet mediante Google, está buscando en realidad sobre
la copia de la Red que Google mantiene (realmente, todos los
buscadores funcionan así).
Un servidor proxy-caché, de los que
muchas empresas y organizaciones disponen, hace eso precisamente:
almacenar las páginas que algún usuario de la empresa ya ha
visitado para servírsela a un segundo usuario más rápidamente que
si fuera a buscarla de nuevo al sitio originalmente visitado por el
primer usuario.
¿Y qué ventaja puede reportar al
internauta acceder a la caché de Google? Pues, por ejemplo,
mostrarnos las páginas de un sitio que, por cualquier razón, no
está accesible en ese momento. O, si ese sitio está congestionado o
sufre cualquier problema de disponibilidad, poder visitar sus páginas
en todo caso gracias a Google (su caché sí se aloja en sistemas en
altísima disponibilidad y redundantes). Cuando, impaciente, no pueda
usted esperar a que ese sitio le sirva esa página en que está tan
interesado, se enamorará de esta posibilidad.
Más, utilísima: la funcionalidad de
obtener una copia de contenidos que han sido borrados por el
propietario del sitio (muchas veces me ha servido con este
propósito). Hasta que el robot de Google no vuelva a visitar el
sitio equis horas o días más tarde, su copia en la caché seguirá
reflejando los contenidos antiguos.
¡Menudo caché el de Google!
¡Todo un artista! Y cotizadísimo......
Para consultar la caché, escriba, en
la página del buscador,
cache:www.sitioquequierovisitar.es
Son muchísimos los aspectos
interesantes sobre Google. Y no sólo sobre el buscador en sí, sino
también desde el punto de vista de la Nueva Economía (Wikinomics),
la Dirección de Empresas (la definición de su Misión), los
derechos sobre los datos de carácter personal, la Macroeconomía (¡)
o la propia historia de la empresa, incluyendo Rodríguez Zapatero (el cordobés, no el leonés), su Director General en
España. Comentaré algunos de estos aspectos en el futuro.